Son una veintena de comunidades Mapuche Huilliche quienes están luchando por su sobrevivencia, por mantener lo único que les queda por ser arrebatado, sus tierras fértiles y ceremoniales, y la grandeza del río sagrado Pilmaiquén ubicado a 30 Km. al norte de la ciudad de Osorno y a 25 Km. del río bueno.
Hace dos años que se está negociando con miembros de las comunidades para que dejen el lugar, siendo las mentiras y el engaño pieza fundamental para el negocio de las empresas transnacionales, que hasta el día de hoy han sido apoyadas y amparadas por las instituciones gubernamentales, quienes se han desligado de la problemática, señalando sencillamente que la represa se hará si o si.
Las autoridades locales wincas (chilenas) solo los han apoyado durante las elecciones, dándose vuelta la chaqueta más de una vez, pero siempre sirviendo a los intereses de los empresarios. Por otra parte las comunidades ni siquiera conocen a que empresa e inversionistas pertenece la hidroeléctrica que se pretende instalar, lo cual habla de la poca transparencia con que se ha llevado el proyecto y el incumplimiento de los tratados internacionales (OIT) firmados por Chile que exigen la consulta de las comunidades para su instalación. El sistema neoliberal chileno es ignorante y no pretende dejar de serlo, no comprende la cosmovisión del pueblo mapuche y la vital importancia de la madre tierra para el desarrollo de las comunidades en su autosubsistencia. Por el contrario, todos los intentos chilenos como las llamadas “medidas de mitigación” para las comunidades son absurdas –como instalar una plaza para hacer rituales sagrados, pero fuera de los lugares sagrados- y apuntan a desarticular la vida de las comunidades y su cultura, implementando una política asistencialista que acrecienta la dependencia con el estado chileno, en desmedro de su legitima autonomía.
Denuncian que instituciones como la CONADI no tienen ni las atribuciones ni las intenciones de solucionar las problemáticas, sino que solo sirven como una instancia legal para disipar el foco del conflicto.
La machi Millaray Huichalaf de la comunidad de Maihue-carimallin sostiene que existe una idealización del pueblo mapuche, pues hoy junto con el alcoholismo tienen un fuerte enemigo interno: la iglesia evangélica. Esta cristianización del siglo XXI crea pasividad y la perdida de su cultura ancestral. Cabe señalar que estas enseñanzas son propagadas por un pastor evangélico de la zona llamado Heriberto Ortiz, que además es ex-funcionario de carabineros, aquella institución que por estos días se presenta de forma militarizada en la zona, asediando a las comunidades con equipamiento de guerra como helicópteros, bombas lacrimógenas y armas de fuego. El hostigamiento es usado contra hombres, mujeres, niñxs y ancianxs, que cada vez enferman más producto del clima hostil que inunda su hogar. El miedo es generalizado contra el rico, el patrón, el empresario. Personal de inteligencia trabaja en la zona, investiga a las comunidades y sus miembros como también a personas que intentan apoyarlos, y crea conflictos entre las familias en base a mentiras y calumnias.
La recuperación de las tierras
Dos meses lleva el proceso de reivindicación de las tierras que pertenecen a las comunidades por derechos ancestrales, y que fueron vendidas de forma irregular.
Los predios han sido ocupados de forma pacifica por las comunidades, sin necesidad de caer en instancias de violencia, pues las comunidades a diferencia de las fuerzas armadas chilenas.
Reconocen que su actitud de lucha y reivindicación frente al conflicto es de importancia en –mal- llamado “conflicto mapuche”, ya que históricamente ha sido un sector tranquilo, pero como todos sabemos, el capitalismo seguirá devastando todo lugar donde se pueda explotar algo. La respuesta del empresariado hacia las comunidades no se ha dejado esperar, por medio del gobierno y su aparato represivo que ha realizado violentos allanamientos y desalojos. La lucha es desigual dicen ellos, pero para las comunidades no queda ninguna otra opción mas que levantarse frente al estado y reivindicar sus derechos, no les queda ningún otro camino mas que ser criminalizados, perseguidos y reprimidos por la legislación chilena y el empresariado en alianza fraterna con los políticos, quienes son incapaces de ver más allá d sus propios intereses cortoplacistas.
El newen llena el alma de nuestros hermanos en lucha, al igual que nosotros en las ciudades peleamos por nuestros derechos y nuestra dignidad, el pueblo mapuche no puede seguir soportando injusticias, pues está en juego su existencia y para ello la tierra es fundamental. La autodefensa al accionar de los poderosos será necesaria y eso está presente, reconociendo la desigualdad de condiciones, unidos podemos hacer frente a la maquina salvaje llamada capitalismo.
El llamado es a informarse, apoyar y solidarizar con las comunidades en lucha, pues la justicia y la libertad están al alcance de nuestra lucha.
alcance de nuestra lucha.
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