“Los pueblos indígenas constituyen más del cinco por ciento de la población mundial, cerca de 370 millones de personas. Son, en su conjunto, custodios de un valioso patrimonio cultural que en muchos casos está desapareciendo rápidamente”. Así, el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon, dio inicio a esta decimoséptima conmemoración que busca consolidar en todo el mundo el respeto a los distintos pueblos y sus tradiciones.
Sin embargo, las mismas comunidades indígenas en nuestro país no estaban al tanto de que hoy se celebra “su día”. Una fecha que poco les dice frente a una serie de situaciones que enfrentan a diario en su relación con el Estado chileno por la recuperación de sus territorios y de sus derechos políticos y culturales.
La Presidenta del Consejo Nacional Aymara, Cecilia Flores, señaló que el Estado chileno durante años los ha ignorado, y hoy los está pasando a llevar al intentar imponer temas como la creación de una nueva Institucionalidad Indígena, la llamada “Gran Consulta” y el Reconocimiento Constitucional, temas fundamentales en los que ni siquiera ha consultado a los mismos pueblos.
“Hasta el momento siguen imponiendo los planes de trabajo, las políticas y formas para crear espacios, con una visión muy técnica que no es la de los pueblos, entonces no van a saciar nuestras necesidades reales. Somos pobres, pero no es una pobreza que se mida en una ficha de protección social, somos pobres porque perdimos nuestra lengua y tuvimos que emigrar a las ciudades, ahí está basada nuestra pobreza”, declaró Flores.
La dirigente señaló que Chile no comprende las raíces de sus pueblos originarios, y los sigue intentando clasificar bajo parámetros que no sirven, ni tienen sentido, negándose a respetar su autonomía.
El punto de choque se da cuando las comunidades buscan recuperar su territorio y ejercer su derecho a la autodeterminación. Esto se repite con las distintas comunidades de todo el país, desde los Aymara a los Kawashkar y también los isleños de Rapa Nui.
El vocero del clan Tuki, Muta Hey Tuki, se refirió a los problemas territoriales que los siguen afectando y al desconocimiento de los chilenos al respecto, y apuntó que “el día 26 de julio se cumplió un año de la primera manifestación por nuestra tierra. Esta es nuestra tierra y el Estado de Chile se adueña sin consultar, entonces nosotros estamos en una lucha permanente y en el mundo saben más que en Chile mismo sobre los problemas que hay en la isla, no saben lo delicado que es el tema de las tierras”.
Y en el sur, la batalla está a rojo vivo. La zona de Ercilla hoy está siendo constantemente atacada por Fuerzas Especiales desde que las comunidades iniciaron un proceso de reivindicación territorial. En los enfrentamientos se han producido disparos a quemarropa por parte de las fuerzas especiales y se han registrado incluso menores de edad heridos.
Jorge Huenchullán, werkén de la comunidad Autónoma de Temucuicui, condenó la violencia con la que sigue actuando el Estado Chileno y lo instó a resolver temas fundamentales para poder restituir confianzas y avanzar así en el diálogo.
La autoridad mapuche señaló que “todavía los pueblos indígenas seguimos sujeto a la política de Estado, a lo que dictamina el Estado. Los pueblos indígenas no tenemos derechos políticos, no tenemos poder de decisión, no tenemos autonomía en nuestro territorio, son temas que debe irse avanzando y tomar carta, el Estado debe considerar esa política y esa demanda de los pueblos indígenas”.
Así, se conmemora en Chile este Día Internacional de los Pueblos Indígenas, en medio de una fuerte crítica por la poca disposición de las autoridades de los distintos gobiernos a dar pasos que permitan avanzar o acercarnos al menos a los objetivos de respeto y unidad que propugnan las Naciones Unidas.
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Escribo esta columna con la pretensión de pensar que, lo que actualmente vive el país gracias al movimiento por la educación, es un marco propicio para entender la radicalización del conflicto que hace 14 años enfrenta abiertamente al Estado Chileno con el movimiento mapuche en el sur del país. Mucho se ha criticado al gobierno estos días por reprimir la manifestación ciudadana por la educación pública, y no mostrar disposición para ir al tema de fondo. La desconexión del gobierno con el descontento social se hizo especialmente evidente el 4 de agosto pasado, en que el ministerio del interior toma la opción de pretender tapar el sol con el dedo, sin darse cuenta de que con eso sólo logra fortalecer la convicción del movimiento.
Doy esa larga vuelta, para explicar que eso mismo es lo que viene pasando lejos de las cámaras de televisión y del interés del ciudadano wingka, en territorio ancestral mapuche. En el conflicto permanente, de vez en cuando hace noticia una huelga de hambre o el asesinato de un joven mapuche por parte de las fuerzas especiales de la 9a zona de carabineros, como hace dos años, un 12 de agosto, Jaime Mendoza Collío. Esta columna la escribo con la impotencia de ver que esto puede volver a repetirse en cualquier momento.
Hoy el Estado chileno, para defender la propiedad privada wingka en territorio ancestral mapuche, ha instalado un moderno sistema de vigilancia, con cámara de alto alcance y definición, en el predio de René Urban que reclama Temucuicui. Con esto el Estado espera tener más elementos para criminalizar la causa mapuche. Grave error. Las cámaras instaladas en territorio ancestral mapuche sólo lograrán seguir generando en sus jóvenes la sensación de que el Estado chileno es el enemigo. Con las cámaras de vigilancia, la justicia wingka pretende ver mejor lo que pasa en el sur, pero sin entender que tiene que mirar más en profundidad.
Quisiéramos, por un lado, que esas cámaras sirvieran más bien para vigilar el accionar de la fuerza policial de la novena zona, que ya cuenta con tres muertos en democracia en territorio mapuche. A dos años de la muerte de Jaime Mendoza Collío, el pueblo mapuche tiene derecho a que se transparente la verdad y se haga justicia, pues todos escuchamos ese 12 de agosto en televisión el relato que decía que el carabinero disparó en defensa propia. Todo Chile vio el casco con perdigones que mostró carabineros para fundamentar su versión. Nadie creyó a los mapuche que dijeron que no hubo enfrentamiento sino una persecución a jóvenes desarmados. No hubo cámaras para ellos, y muy pocos supieron de la pericia posterior de la PDI que mostró un grave montaje de carabineros para justificar el asesinato, con un chaleco antibalas al que alguien le disparó sin que el carabinero lo tuviera puesto. Al carabinero lo procesaron, pero no a sus cómplices y encubridores. Se trata de las mismas fuerzas especiales de Malleco donde el teniente Alejandro Sáez –encargado de operativos de las fuerzas de elite– está acusado por perseguir con una motosierra y cortar en el pie a un cabo, una semana después del asesinato del joven mapuche, y Claudio Rodríguez –jefe de fuerzas especiales– por falsificación de documento público, hechos que se mantuvieron en secreto hasta hace pocos días.
Es de sentido común que, si en lugar de ser un joven mapuche el muerto, hubiera sido un dirigente universitario, el oficial a cargo, Iván Bezmalinovic -quien respaldó la tesis del enfrentamiento y la legítima defensa, a pesar de la irregularidad de que el GOPE le avisó recién media hora después que había dado muerte a un joven- al menos no habría sido ascendido a general de zona, como lo fue poco después, ante una acusación de montaje de tal envergadura. Total, lo que haga la fuerza policial del Estado en las comunidades mapuche, no tiene fuerza para escandalizar a casi nadie en Chile. No es lo mismo si un ciudadano muriera en una protesta en la Alameda, a los jóvenes mapuche que han muerto defendiendo su territorio ancestral a 800 kilómetros de la capital wingka.
En Temucuicui ya denuncian en este mes de movilizaciones varios heridos por perdigones, uno de ellos –menor de edad- herido a bala. Pero nadie les cree. Hace pocos días tuve la oportunidad de conversar con un peñi que tenía un perdigón en la cara y no se atrevía, por desconfianza, a ir al hospital. Carabineros tiene algunos heridos con piedras, y si tiene heridos con perdigones sería bueno, dada la experiencia en esa zona, que esto se pudiera constatar a través de organismos de derechos humanos independientes.
Por otro lado, es de esperar que no ocurra con esta nueva cámara de vigilancia, como en el caso del peaje Quino, en que previo al juicio por ley antiterrorista que se prepara en estos momentos (sí, leyó bien: juicio por ley antiterrorista que se prepara en estos momentos), la fiscalía, mañosamente, entrega a la defensa las grabaciones de seguridad de todos los peajes del sector… menos del peaje asaltado. Si la fiscalía tiene esa grabación, su obligación legal es entregarla a la defensa en la preparación del juicio. Las cámaras, al igual que las escuchas telefónicas, bien lo saben los mapuche, pueden usarse para esclarecer la realidad o para oscurecerla; para contar una historia o para inventarla. Total, lo que el Ministerio Público y los tribunales hagan con los mapuche no tiene fuerza para escandalizar a casi nadie en Chile. No es lo mismo que a un dirigente estudiantil -Recaredo Gálvez- se le ponga en prisión preventiva sin pruebas, a que esto se haga con cien mapuches.
Las cámaras de vigilancia en territorio ancestral mapuche nunca serán la solución porque no son capaces de retrotraerse, por ejemplo, al tiempo en que el longko Catrillanca era un niño que andaba sin zapatos en la escuela, donde escuchó hablar de Leftraru y Kalfulikán, y comparó la miseria en la que vivía, con la alta imagen del mapuche orgulloso, digno, de pie y en lucha por su territorio. “Cómo podría llegar yo a ser como ellos. Cómo podría nuestro pueblo dejar el alcoholismo, recuperar la dignidad y luchar por la tierra”, se preguntaba el descendiente de longko en Temucuicui, y hacia allá dirigió su acción política.
La cámara de vigilancia no es capaz de ver el problema a fondo. Así no se arreglan los problemas. El razonamiento del gobierno, a pesar de que René Urban está dispuesto a vender, es que si entrega tierras a comunidades movilizadas, cientos de comunidades mapuche se levantarán. Razonamiento impecable de quien no quiere ver ni el pasado ni el futuro de este conflicto. Entonces es más fácil seguir chuteando el problema para más adelante que solucionarlo, y sobre todo, es más fácil actuar por cálculos políticos y económicos que simplemente hacer justicia.
Pueblo mapuche vive días de violencia en Temucuicui
Foto: Temucuicui/José Luis Valdivia/(Archivo)El Ciudadano
Mientras el mundo celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, un triste escenario se cierne sobre la comunidad de Temucuicui. Tras haber iniciado un proceso de recuperación de tierras, las familias mapuche sufren diaria violencia en enfrentamientos con carabineros.
Ya ha transcurrido casi un mes desde que la Comunidad Autónoma de Temucuicui reinició el proceso de recuperación de territorios en el Fundo La Romana, propiedad actual del agricultor René Urban. Decididos a reivindicar sus derechos sobre las tierras, la comunidad Ignacio Queipul ha vivido días de violenta represión por parte de las Fuerzas Policiales.
“La situación supera todo límite. La represión es muy intensa, diaria. A los carabineros no les importan los niños, los recién nacidos, ni los ancianos. En la zona hay un control total de la policía”, relata el werkén Jorge Huenchullán.
Según aseguran los voceros de la comunidad, carabineros no sólo ha hecho uso de elementos disuasivos como gases lacrimógenos, sino que ha disparado en numerosas ocasiones contra la comunidad, hiriendo a menores de edad. “La policía está reprimiendo con balas y gases lacrimógenos, nos tienen totalmente intoxicados. Aquí se están usando balas de verdad. Ya hay cinco compañeros heridos. Tenemos fotos de carabineros disparándole a niños”, denuncia Huenchullán.
Según el lonko de la comunidad, Juan Catrillanca, el Gobierno de Sebastián Piñera interrumpió un proceso de negociación por la recuperación de esos territorios, lo que los obligó a realizar la ocupación. “Urban –el actuar propietario- dice que él está dispuesto a vender los terrenos, entonces lo que queremos es que se compren lo más rápido posible para que sean devueltos al pueblo mapuche. El Estado debe responsabilizarse por esta pérdida”.
Recientemente, Patricio Sáenz, subdirector nacional de la Conadi aseguró a Radio Bío Bío que la comunidad no mantiene un diálogo con la institución, razón por la cual no pueden intervenir en el conflicto.
“No nos explicamos cómo él con tanta sinvergüenzura dice que no había negociación, cuando ésta se canceló por la institución y el actual Gobierno”, replicó Catrillanca.
Catrillanca respondió a las preguntas de El Ciudadano desde Santiago, lugar donde esperan reunirse con integrantes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Además, el lonko aseguró que visit
arán al joven dirigente Julio Chehuín, atropellado durante las pasadas movilizaciones estudiantiles en la capital.
MÁS COMUNIDADES MOVILIZADAS
Paralelo a la recuperación de territorios en Temucuicui, la comunidad de Trapilhue, proveniente de la comuna de Freire, ha decidido reclamar terrenos ancestrales ubicados al interior de un fundo de la Universidad de la Frontera.
El vocero de la comunidad, Javier Melimán, asegura que los 150 comuneros que ingresaron a la institución a exigir la compra y posterior devolución de los territorios, han sido hostigados permanentemente por carabineros.
“Hemos sufrido allanamientos, los niños y ancianos están asustados. Los jóvenes hemos formado un frente de resistencia y este proceso no va a cesar hasta que el Gobierno dé un paso sólido en el proceso de compra de estos territorios”, expresó.
La acción responde a la voluntad de las diversas comunidades, las cuales expresaron su deseo de exigir la pronta solución por parte de las autoridades al viejo conflicto que enfrenta el pueblo mapuche.
LA CARTA DEL ESTUDIANTE HERIDO
Con casi nula difusión por los medios de comunicación, la epístola de Ángelo Marillán, niño mapuche herido en los enfrentamientos de Temucuicui, es un relato vivo de la violencia que se vive por estos días en la comunidad.
“Les escribo por motivo de mi herida de bala, pues el viernes uno de los colonos que su Estado envió con su ejército a invadir la tierra de mis abuelos -Héctor Urban- me disparó con intención de matar, mientras yo hacía mi trabajo de cuidar mis animales llevándolos por un camino público”, relata el estudiante de 2do año Medio del Liceo de Pailahueque.
Marillán asegura estar “lleno de remedios para detener la infección, no puedo caminar, tengo una herida con salida de proyectil a 5 centímetros de los testículos”.
El joven mapuche interpela directamente a las autoridades chilenas, exigiendo una explicación por la violencia que hoy vive su comunidad. “¿Por qué pasa esto? He visto muchos peñi heridos, niños y adultos, algunos por recuperar el derecho a la tierra y otros porque solo caminábamos cerca de nuestras casas. Pasan muchas cosas graves acá en la tierra mapuche y ustedes, los dueños del poder ¿Qué dicen?”.
EL APOYO MAPUCHE A LOS ESTUDIANTES
Pese las dificultades que han tenido para hacerse oír en medio de las amplias movilizaciones estudiantiles que remecen al país, los voceros mapuche no dejan de manifestar su apoyo. “Estamos contentos por lo que está sucediendo con los estudiantes, ellos están luchando por cosas que nosotros también queremos”, asegura Huenchullán.
El werkén reconoce que “lamentablemente, en lo comunicacional, nos ha jugado mal, porque todo el mundo tiene puesta su mirada en el conflicto estudiantil, mientras nosotros seguimos siendo masacrados y reprimidos diariamente, pero también estamos con ellos”.
Por su parte, Catrillanca manifiesta que “lo que han hecho los estudiantes es bastante serio, antes lograban movilizar a muy pocos. Ellos han exigido lo justo, demostrando que el dinero está en el cobre, por ejemplo. Yo les diría que reafirmen sus demandas, les deseo mucha fuerza. Para nosotros sería muy bueno poder conversar con ellos”.
Por Vanessa Vargas Rojas
El Ciudadano
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